jueves, 18 de febrero de 2016

Por las piernas de Laura, de Azul
(secreto compartido)



Nos conocimos una noche de febrero
comprando choripanes y cerveza entre
el humo de un medio tanque y el "rataplan
chin chin" de una murga porteña allá,
en el carnaval de Gualeguaychu...
Bastó una furtiva y relampagueante mirada
mientras le ofrecía el chimichurri en el
improvisado mostrador... e ipso facto nos
juntamos en cuerpo y alma... El desfile
terminó y amanecimos como dos pajaritos
tomados de la mano, contandonos sentados
en el muro de la plaza, mientras el pueblo
despertando murmuraba...
Toda ella era un sueño, un femenino y
sensual sueño, pero sus piernas..., sus
piernas tenían un encanto especial que
hacían volar mi imaginación...

Desde aquel instante fecundo de pasión y
ternura durante cinco años sin faltas,
yo cruzaba en mi Fiat Siena cada viernes
la tarde-noche de Buenos Aires, recorriendo
300 kms desde Villa Crespo hasta su ciudad
natal... Azul

Al llegar a la pensión encontraba todo
lo que en ese momento esperaba de la vida:
paz, cálida compañía, abrazo, besos, amor
y fantasía... Ella también cada viernes me
esperaba, inquieta, con su mirada dulce,
complise y oferente sentada en la escalera,
sin preguntas y sus piernas... siempre sus
bellas piernas que asomaban invitandome a
soñar un fin de semana de piel, licor,
sonrisas y tabaco... con alma y vida darnos
por enteros!!

Pero es que en las piernas de Laura yo podía
edificar y sostener desde principio a fin
toda la humanidad e ilusión de mis sueños,
revelar osadas y pícaras fantasías, luego
entre ellas conocer sin pudor sus más íntimos
secretos, acompañando su agitada respiración,
y sintiendome inmortal me perdía sin retorno
en su tierna y ardiente eternidad...

Los domingos a la noche retorno a Buenos Aires
y volver a esperar...

Tal vez vos ya me olvidaste, yo lejos por
otros senderos esta noche en la alquimia
de una copa de licor sobre un mostrador te
he pensado, y en ese sentimental devaneo todo
lo que espero de la vida es saber que será de ti,
entonces abrir una puerta en el aire del tiempo
que no fué escrito, encontrarte y sentarme muy
juntito a vos en aquella escalera de la pensión
que cobijó nuestro idilio, para confesarte que
tengo abierta una herida, que todo el tiempo y
los caminos de la vida no han logrado cerrarme.

Es que de tanto andar por tus piernas Laura tus
secretos se me quedaron anidados en el alma...


jcp
Caracas